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Zapata y el amor a la tierra


Emiliano Zapata nació en Anenecuilco, Morelos, en 1879, siendo hijo de una familia típica del lugar. A temprana edad vio como las propiedades de su padre eran arrebatadas por los terratenientes al igual que las e otros pequeños propietarios indígenas; prometió que al crecer lucharía por recuperarlas y, mientras tanto, se dedicó a trabajar en varias haciendas, mostrando ya su carácter rebelde que le ocasionó problemas con el sistema represivo de Porfirio Díaz, con la leva y los guardias rurales.

En 1910 se incorporó al movimiento maderista junto con un grupo de campesinos labradores. Lo atractivo del Plan de San Luis era el punto 3º que abordaba la devolución de las tierras a sus antiguos propietarios. AL año siguiente el caudillo morelense luchaba intensamente para derrocar al gobierno porfirista, cuestión que se logró en unos cuantos meses.

Zapata, portavoz de los campesinos que esperaban que Madero cumpliera la restitución de tierras que había prometido en el Plan de San Luis, en audiencia con el jede de la revolución recibió como respuesta el tener que licenciar sus tropas, prometiéndole indultar a sus soldados del delito de rebelión y al caudillo del sur un pasaporte para que se fuera a radicar en otro estado que no fuera el de Morelos.

Los campesinos morelenses no aceptaron el licenciamiento dispuesto en los Tratados de Ciudad Juárez, alegando que no depondrían las armas sin la previa devolución de las tierras que reclamaban como usurpadoras por los hacendados. Su actitud dio lugar a que el presidente León de la Barra los considera rebeldes. Al llegar Madero a la presidencia formalizaron su lucha mediante el Plan de Ayala, que exigía la solución de los problemas agrarios y proponía que la comunidad campesina fuera la unidad rural del país.

Madero como hacendado no conocía realmente la situación del campesinado morelense cuyo problema era de tierras, cierto es que en su terruño había aumentado salarios y servicios médicos a sus peones, además conmovió por la asistencia que Madero y su esposa Sara Pérez, que no tuvieron hijos, brindaron a los niños. Pero el problema rural del centro-suroeste del país era totalmente diferente.

Sin ninguna esperanza y en franca rebeldía, Zapata encabezó el Plan de Ayala, elaborado por el profesor Otilio Montaño, lo que será en adelante la bandera sagrada de los hombres del campo, el documento, del 25 de noviembre de 1911.

Fue un programa que expresó la rebelión campesina y la lucha agraria en México. En respuesta, el gobierno maderista aumentó la represión y persecución a las tropas del Ejército Libertador del Sur y a su caudillo Emiliano Zapata, quien en este tiempo era considerado como un bandido o maleante.
Los zapatistas sostuvieron una guerra de guerrillas, atacaban y asaltaban las haciendas, con lo recaudado financiaban su movimiento e iban repartiendo las tierras invadidas; Zapata era un reformista agrario práctico; sus tropas las conformaban gente campesina, hombres, mujeres, niños y ancianos. Todos desempeñaban funciones importantes, entre ellas preparar y dar alimentos a las tropas, fungir como contactos y espías mensajeros, esconder las armas y a los guerrilleros; además que conocían muy bien su territorio permitiéndoles huir del enemigo; cuando atacaban era valientes revolucionarios y cuando eran buscados se convertían en modestos labradores de tierras.

Su movimiento no rebasó la zona centro sur del país, el punto de operaciones siempre fue el estado de Morelos, pero también fue una preocupación latente para los diferentes gobiernos durante la revolución desde Francisco León de la Barra hasta Venustiano Carranza. El asesinato de Madero empeoró la situación de los campesinos.

Aún están en la memoria las matanzas de campesinos realizadas por Juvencio Robles, con experiencia en genocidios ya que durante el Porfiriato fue enviado al norte para aniquilar a los indios rebeldes, su táctica era muy frecuente: concentraba a la gente pacífica fuera de la población para poder vigilar mejor y evitar que proporcionaran armas y alimentos, después incendiaba las aldeas.
Pero los zapatistas mientras no se llevara a cabo el reparto de tierras no dejarían las armas. A la caída de Victoriano Huerta los zapatistas exigieron a Carranza la resolución del problema agrario quien se negó, a pesar de que en la Convención de Aguascalientes se aceptó el Plan de Ayala como documento favorable a las demandas campesinas. El movimiento zapatista estaba en buen momento ya que se había extendido a Puebla, Tlaxcala, Guerrero, Michoacán y el Estado de México, pero la lucha más intensa entre hacendados y revolucionarios se continuaba dando en Morelos.

En diciembre de 1914 Emiliano Zapata y Francisco Villa acordaron una alianza militar mediante el Pacto de Xochimilco. Ambos reconocieron lo justo de sus propósitos en la lucha armada y aceptaron que, al término de la revolución, el presidente del país fuera un civil y no un militar, comprometido con las causas populares.

Los años siguientes fueron difíciles para el movimiento zapatista. Carranza lo combatió a muerte en un proceso de desarticulación sistemática. Cuando parecía que el liderazgo de Zapata venía a menos se fraguó un delito de traición entre Pablo González y Jesús Guajardo para asesinar a Emiliano Zapata, cosa que sucedió en la hacienda de Chinameca, Morelos, en abril de 1919.

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