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Madero y la política


Francisco I. Madero fue el protagonista de la primera etapa revolucionaria. Enarboló la bandera de no reelección en lo que refiere a los cargos de presidente de la República, gobernadores y presidentes municipales. Después del proceso electoral, donde participó como candidato opositor de Porfirio Díaz, fue acusado de rebelión y ultraje a las autoridades y se le asignó la ciudad de San Luis Potosí como prisión. Huyó entonces hacia San Antonio, Texas, en los Estados Unidos, desde donde proclamó el documento que el pueblo mexicano esperaba.

El Plan de San Luis

El plan de San Luis está fechado el 5 de octubre de 1910, su contenido esencial es el que a continuación se presenta:

1° Se declaran nulas las elecciones para presidente y vicepresidente de la República, magistrados a la Suprema Corte de la Nación y diputados y senadores, celebradas en junio y julio el corriente aó.
2° Se desconoce al actual gobierno del general Díaz…
3° Abusando de la ley de terrenos baldíos numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos… Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despojó de un modo tan arbitrario.
4° Además de la Constitución y Leyes vigentes, se declara ley suprema de la República el principio de no reelección…

Cabe resaltar que Madero se comprometió a abordar el problema de miles de campesinos, quienes con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida y verse libres de la leva, los guardias rurales, las deudas heredadas de familiares fallecidos, los castigos corporales y las tiendas de raya, respaldaron a la burguesía dirigente del movimiento para obtener la libertad que desde un siglo atrás se les había prometido.

Un día antes de lo previsto, el 19 de noviembre, se oyeron los primeros balazos en la casa de la familia Serdán en la ciudad de Puebla, donde se guardaban y repartían armas; Aquiles Serdán y su hermana Carmen son los primeros héroes de una larga lista que iba a arrojar la revolución. Se inauguraba un movimiento que se prolongaría por varios años y cuyo saldo sería de un millón de vidas aproximadamente; en él estarían en juego intereses, venganzas, odios, esperanzas, oportunismos y especulaciones.

Francisco I. Madero entró al país, provenientes de Estados Unidos, en febrero de 1911. Tuvo varias derrotas pero el movimiento se había extendido en Chihuahua, Durango, Hidalgo, Guerrero, Puebla y Morelos principalmente; líderes, bandas campesinas y mucha gente se había incorporado a la bola, como le decían a la revolución.

En la mayoría de los estados se dieron acciones rebeldes pero el epicentro fue Chihuahua. Momento importante en esta entidad ocurrió cuando Ciudad Juárez cayó en poder de los revolucionarios maderistas el 1° de mayo de 1911, diez días después los zapatistas tomarían Cuautla y ocuparían Cuernavaca en el Estado de Morelos. Ciudad Juárez era decisiva por ser frontera con Estados Unidos y entrada principal de armas y municiones. Su toma significó el fin del dictador Porfirio Díaz, quien al verse derrotado promovió negociaciones con los enemigos revolucionarios. Estas se llevaron a cabo el 21 de mayo, firmándose los Convenios de Ciudad Juárez donde se establecieron las renuncias de Porfirio Díaz y Ramón Corral como presidente y vicepresidente respectivamente; se nombró como ejecutivo provisional a Francisco León de la Barra con el compromiso de convocar elecciones, se acordó detener el movimiento armado y pagar indemnizaciones por daños de guerra.
Faltaba destruir el sistema porfirista; el presidente provisional había sido ministro de relaciones del dictador y recomendado por la empresa petrolera norteamericana Standard Oil Co., en su gabinete solo incluyó a tres revolucionarios, continuaba el porfirismo sin el dictador y se detenía el movimiento revolucionario sin haber satisfecho las demandas populares.

Terminaba la dictadura que por espacio de 31 años mantuvo a la nación en manos de Porfirio Díaz. Él salió de México rumbo a Francia donde murió en 1915 y sus restos aún están en ese lugar.

El país quedó en completa anarquía e incertidumbre, iba a ser difícil domar al tigre que había despertado y suelto como lo dijo Porfirio Díaz al dejar México. Había un gobierno provisional sin el apoyo total de la clase alta y menos respaldo del pueblo; los hacendados, militares, comercioantes e inversionistas asumieron una actitud vengativa y con el deseo de poner escarmientos a los revolucionarios. Francisco León de la Barra giró órdenes para combatir a los zapatistas. Mientras que la burocracia porfirista se hallaba más activa y oportunista para no quedar fuera del presupuesto estatal.

Convocadas las elecciones, Francisco I. Madero participó haciendo mancuerna con José Ma. Pino Suárez, del Partido Nacional Progresista, ante el disgusto de los antirreeleccionistas quienes se sintieron defraudados ya que consideran que Francisco Vázquez Gómez tenía más méritos que Pino Suárez y gran experiencia en la política nacional. También hay que tomar en cuenta que hubo distanciamiento porque no se estuvo de acuerdo en que Madero haya renunciado a los propósitos revolucionarios en Ciudad Juárez; asimismo, algunos militares que lo habían apoyado en la revolución y que le abrieron el camino al poder estaban resentidos por haber sido marginados, como Pascual Orozco a quien le asignaron el puesto de comandante de los rurales en Chihuahua, un nombramiento que consideró no iba de acuerdo a sus méritos revolucionarios.

Después de realizar una intensa campaña triunfaron Madero y Pino Suárez para presidente y vicepresidente respectivamente.

Ganaron en las elecciones por mayoría abrumadora y tomaron posesión el 6 de noviembre de 1911 ante un pueblo esperanzado en reformas sociales y en la restitución de las tierras; pero a cambio de esto el presidente Madero empezó a hablar de democracia, término que las mayorías por su ignorancia no entendían y ni estaban preparados para ella; hablaba de paz ante un pueblo en armas y sostuvo libertades que al final de cuentas lo llevaron al fracaso. Francisco I. Madero comenzó a gobernar sentado en un volcán todavía en erupción, con brotes armados revolucionarios en varias partes del país.

Con respecto al sector obrero, durante el gobierno maderista se fundó la Casa del Obrero Mundial en 1912, al ver como iba creciendo en número de importancia estableció el Departamento de Trabajo pero no surtió efecto ya que se presentaron huelgas y manifestaciones de trabajadores como parte de la inestabilidad del país; un caso concreto fue el de los más de tres mil tranviarios que se lanzaron a la huelga en la ciudad de México, sin haber autoridad competente para solucionar la situación; las tensiones y huelgas de los obreros textiles de Veracruz, Puebla y el Distrito Federal que duraron más de un año. La Casa del Obrero Mundial que nació para agrupar al proletariado nacional pronto adquirió más fuerza, se formaron varios sindicatos y se realizaron muchas huelgas; se infiltró el anarquismo cuyas acciones se oponían a toda decisión política; Madero expulsó del país a algunos de sus fundadores y cerró una escuela adscrita a este organismo. Se cayó en el caos, producto de un libertinaje exagerado.

El presidente Madero fue víctima de críticas destructivas hasta llegar a la ridiculez, la prensa se dio vuelo hablando de él hasta muchas veces caer en el insulto y la calumnia. La saña de la crítica se refirió también al nepotismo de Madero, ya que su hermano Gustavo Madero, primero fue director del Partido Constitucional Progresista para dejar fuera de la política a los Vázquez Gómez y después ya en la Cámara de Diputados trató de ganar apoyo en un ambiente hostil; por otro lado, Raúl Madero tuvo el grado de general, a diferencia de Porfirio Díaz que ni a su yerno le otorgó un puesto político de importancia.

Los Estados Unidos estaban cada vez más inquietos y preocupados por las condiciones inestables de México que ponían en peligro sus intereses y también por la decisión del presidente Madero de limitarles la libre extracción del petróleo nacional, establecer un impuesto de $0.20 por tonelada y el registro de las compañías petroleras en México.

Francisco I. Madero se preocupó más por los intereses del gobierno que por los de la revolución y su inexperiencia política sucumbió ante unos fogueados exporfiristas que estaban activos en su administración. Ya no contaba con el apoyo de ningún sector social, quiso gobernar sin afectar a la clase pudiente y sin satisfacer los reclamos de la clase oprimida; consideró que el principio del sufragio y la no reelección era el remedo a la problemática social; en la Cámara de Diputados, nombrada en 1912, contaba con pocos partidarios; además eran muchas las palabras y pocas las medidas para resolver los problemas.

El embajador de Cuba Manuel Márquez Sterling advirtió la situación crítica de México y , sobre todo, su presentimiento del derrocamiento de Madero.

Ya se corría el rumor, entre mucha gente vinculada a la administración pública, de un levantamiento; llegaban a decir que a don Pancho lo iban a tronar, incluían a Victoriano Huerta entre los sublevados. Como dice el refrán, cuando el río suena, agua lleva, ante la ceguera de Madero.

La crisis desembocó en la decena trágica, del 9 al 19 de febrero de 1913, e inició con un cuartelazo de los militares en Tacubaya, apoderándose del Palacio Nacional; Huerta fue designado por Madero para la defensa, ya que él se trasladó al estado de Morelos para conseguir refuerzos por parte de Felipe Ángeles, sin lograrlo; Victoriano Huerta cometió una traición en contubernio con antiguos porfiristas entre los que destacaban Félix Díaz, sobrino del exdictador, Bernardo Reyes y Ramón Corral bajo la vigilancia y participación del embajador norteamericano en México, Henry Lane Wilson.
La ciudad de México fue sede de campos de batalla y presa de pánico e incertidumbre durante estos días; los tiroteos eran constantes, en uno de ellos fue muerto en un balazo en la cabeza el general Bernardo Reyes a quien se le había liberado de la prisión y debajo las riendas de la sublevación, los alzados tomaron la Ciudadela, edificio de grandes dimensiones empleado como almacén de armas, sin ninguna resistencia.

Ya todo estaba previsto, el Pacto de la Embajada o de la Ciudadela, del 18 de febrero de 1913, fue un acuerdo entre Félix Díaz y Victoriano Huerta en presencia y con el visto bueno del embajador Henry Lane Wilson, en él se definieron los siguientes acontecimientos: Madero y Pino Suárez fueron obligados a renunciar como presidente y vicepresidente, en lugar del primero se nombró a Pedro Lascuráin, cuyo primer acto oficial fue nombrar como secretario de Gobernación al general Huerta; el segundo y último, presentar su renuncia pues duró como presidente de México 56 minutos.

El embajador cubano levantó su voz de desacuerdo y solicitó respeto a la integridad física de Madero y Pino Suárez en Palacio Nacional, el general Blanquel le comunicó que no corrían ningún peligro debido a que ya habían renunciado, inclusive que las familias de ambos saldrían rumbo a Cuba, sólo se estaba esperando el salvoconducto firmado por Huerta. Sin embargo se dio el asesinato de los el 22 de febrero de 1913. Antes, Gustavo Madero fue víctima  de brutales torturas, le causaron ceguera con una espada y después de burlarse de él, que tenía el rostro bañado en sangre, más de una docena de fusiles le dispararon.

La Suprema Corte, la mayoría de gobernadores y del cuero diplomático acreditad en México reconocieron el nuevo gobierno de Huerta, no así los campesinos, los revolucionarios armados simpatizantes de Madero y otros oponentes a la imposición militar. Quince meses permaneció en el poder.

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