1989 fue para la URSS y Europa del este el año más dramático
después de la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias para el mundo son
incalculables y tardarán varios años en revelarse en plenitud. Sin embargo,
debe reconocerse que en la República Popular de Polonia, en años anteriores, se
habían dado los primeros pasos para democratizar el sistema socialista y para
hacer uso de las libertades y los derechos humanos. El deseo de una gran vida
digna conmovió la conciencia de los polacos. El 16 de agosto de 1980 más de 17
000 trabajadores del puerto de Gdansk se declararon en huelga. Los Astilleros
Lenin permanecieron inactivos todo el día mientras la policía custodiaba el
lugar. La noticia de la huelga conmovió a Polonia que travesaba por una
profunda crisis económica y las tensiones políticas y sociales crecían día a
día. A pesar de que hubo detenciones, los obreros polacos lograron que el
gobierno les reconociera la existencia de sindicatos libres e independientes de
la burocracia oficial, el derecho a huelga, libertad de expresión y libertad a
presos político. En septiembre de ese año se fundó el sindicato Solidaridad y un obrero electricista,
Lech Walesa, quedaba como secretario general.
Sindicaro Solidaridad |
Walesa desde un principio se propuso luchar por la defensa
de los intereses obreros, la libertad de información y asociación y derecho a
huelga. Fue encarcelado en 1981 cuando se implantó la ley marcial en Polonia y
por sus actividades en pro de los trabajadores obtuvo en 1983 el premio Nobel
de la Paz que no pudo recibir en Oslo, Noruega, por el temor a que no se le
permitiera de regreso la entrada a su país. Pero la oportunidad de Lech Walesa
y Solidaridad había crecido enormemente por su determinación en la lucha
proletaria.
El gobierno polaco y el POUP se encontraban entre la espada y
la pared. Por un lado tenían la presión del sector obrero con Solidaridad y por
otro, la URSS les exigía la detención de esos aires revolucionarios. A mediados
de 1983, cuando Solidaridad se encontraba en la clandestinidad, el Papa Juan
Pablo II visitó Polonia, se reunió con Lech Walesa y lo motivó a proseguir la
lucha. La visita de Karol Wojtyla a su tierra natal se constituyó en un ejemplo
de la incontenible oleada revolucionaria que exigía cambios en el socialismo.
La iglesia católica jugó un papel determinante en el reconocimiento de Solidaridad
como fuerza política.
Lech Walesa |
En Polonia la situación cambió radicalmente después de las
elecciones de junio de 1989 en las que Solidaridad obtuvo el triunfo. El POUP
fue obligado a abandonar el monopolio de poder, el cual retuvo por más de
cuarenta años. Se formó un gobierno de coalición y se eligió a Lech Walesa como
presidente de la nación. Solidaridad se transformó, en seis meses, de oposición
sindical a fuerza gobernante.
El ejemplo de los polacos se extendió en otros países del
Este de Europa. La llegada al poder de Solidaridad en Polonia no fue feliz del
todo pues si bien es cierto que esta nación abrió el camino a la democracia, al
pluralismo político, a la economía de mercado al ejército de las libertades
humanas, el camino en su reconstrucción ha sido difícil y lento. En la década
de los noventa del siglo XX la situación en Polonia continuó siendo incierta
porque había quienes soñaban con retornar totalmente al capitalismo y otros
deseaban la social democracia sin un capitalismo y un socialismo feroces.
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