Imperio de Agustín de Iturbide

La entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821 marcó el triunfo de los insurgentes y la consumación de la independencia del país.

El Plan de Iguala señaló que la forma de gobierno que la nación adoptaría sería la monarquía moderada y se invitará al excelentísimo señor Don Fernando VII para que gobierne al pueblo mexicano, quien contará con la asesoría de una junta de notables que se denominará gubernativa la cual se encargará de atender los asuntos nacionales mientras se presenta en México el emperador.

En el ámbito político los republicanos lucharon por un federalismo o un centralismo, y los monárquicos borbónicos e iturbidistas apostaban a la presencia de Fernando VII  en México, o con un monarca mexicano que dirigiera los destinos de la nación; en mayo de 1822 el Congreso coronó Agustín I Emperador de México, después de la labor que hicieron sus seguidores al declararlo monarca, por las calles de la ciudad de México.

 Don Fernando VII

El efímero primero imperio del siglo XIX de la historia nacional se caracterizó por un total desconocimiento de las condiciones económicas críticas que atravesaba la nación y la falta de planeación de la vida futura; Agustín de Iturbide establece una corte suntuaria, queriendo imitar a las europeas en lujos y una vida llena de frivolidades personales, que en nada favorecieron la situación de crisis económica que vivió el país y que incrementan las divisiones e intrigas políticas.

Seis meses después, y ante una falta de sumisión de algunos diputados hacia el emperador, Iturbide disuelve el Congreso Nacional y centraliza las funciones de gobernante. Su actuación se concentra en la celebración de la consumación de la independencia y en vender al pueblo la idea de libertad y autonomía, sin que se resuelvan los grandes problemas de la tendencia de la tierra y las fuentes de empleo para los trabajadores que lucharon por la igualdad y la justicia para todos los mexicanos.

Una de las grandes paradojas de la lucha por la independencia es que fue consumada por sus enemigos originales.

Agustín I

Once meses después de haber sido entronizado Agustín I como Emperador de México, el Plan de Casa Mata reinstala el Congreso, en el que se declara la soberanía de la nación y consecuentemente desconocen el gobierno monárquico que se había autodesignado violando los principios de democracia y soberanías nacionales.

El Plan de Veracruz y el Acta de Casa Mata marcan el inicio de la participación de Antonio López de Santa Anna en la historia de México, teniendo resultados contrarios para el país.

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