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Gobierno de Fernando Maximiliano


El archiduque austrohúngaro  de 32 años de edad y su esposa Carlota Amalia de 24, hija de Bélgica Leopoldo I, aceptaron la invitación que les hicieran los conservadores mexicanos. Esta joven pareja, sin hijos, no tenía ni la más remota idea en lo que iba a terminar su aventura por tierras aztecas.
Los preparativos auguraban la esperanza de que diera resultado el que nuestro país tuviese un gobernante importado. En el extranjero México era considerado un país de nivel cultural muy bajo y la costumbre de ser gobernado del exterior, como sucedió en los 300 años de coloniaje, aún pesaba. El acuerdo se inicia cuando Maximiliano dio por válido un documento donde se adherían a su casa varios millones de mexicanos, cuando la realidad era muy diferente.
Carlota Amalia
Antes de trasladarse a México, define su situación con su hermano Francisco José, emperador de Austria, renunciando a sus derechos a la corona de este país, a sus rentas y propiedades. Con esto manifestó su seguridad y confianza en el trono de México.
Francisco José
Con Napoleón III se comprometió a pagar 270 millones de francos por gastos de guerra, 76 millones por un crédito, mil francos anuales por cada soldado francés en nuestro país, 400 mil por cada embarcación que llegara de Europa y el reconocimiento del compromiso con la casa Jecker, a cambio de que Francia mantuviera un ejército para respaldarlo en su gobierno. Los compromisos económicos que contrajo advierten que no sabía que nuestro país estaba en bancarrota, sin industria, comercio y medios de transporte.
En Roma, El papa Pío IX lo felicita y promete apoyarlo.
En estos preámbulos son evidentes dos cosas: primera, que el emperador Maximiliano desconocía realmente la situación tan difícil que vivía el país política y socio económicamente. Segunda, que los conservadores mexicanos, quienes lo invitaron, ignoraban o no le dieron importancia al hecho de que Maximiliano tenía una formación eminentemente liberal, y que incluso en su propio país inquietaba por sus ideas.

Quien no estuvo muy convencido fue el rey de Bélgica quien le manifestó que en cuestión de principios, México debía pronunciarse por sí mismo, aun así,  dispuso de dos mil soldados belgas integraran la guardia de la emperatriz en México. El gobierno inglés expresó inconformidad por la forma en que Maximiliano iba a ser manipulado por interés de Francia; su emperador Napoleón III pretendía hacer de este país un imperio mayor que el de su tío Bonaparte, líder de Europa y el mundo.
El 10 de abril de 1864, en el castillo de Miramar frente al mar Adriático, Maximiliano de Habsburgo fue proclamado emperador de México, ante el beneplácito de los conservadores mexicanos. En la fragata Novara llega al puerto de Veracruz, un lugar predominante de tendencia liberal, donde lógicamente no son bien vistos no el emperador ni su esposa, no son recibidos como ellos esperaban. Mal presentimiento de la emperatriz. Ya en la ciudad de México, las altas clases sociales y el ejército francés les organizaron un buen recibimiento. Iniciaron su gobierno el 12 de junio de 1864.
Maximiliano de Habsburgo
Por otro lado, Benito Juárez, presidente del México de los liberales establece los poderes federales en Paso del Norte, hoy llamado Ciudad Juárez, Chihuahua. Nuevamente el país estuvo dividido ya que algunos estados lo reconocían como gobernante mientras que otros reconocen a Maximiliano. Por ende era palpable la guerra entre unos y otros partidarios, con el consecuente daño y atraso para México.

Ya gobernando Fernando Maximiliano, llevó a cabo al principio una política de conciliación de intereses entre los grupos antagónicos, invitando a todos a colaborar, concediendo amnistía y sugiriendo a los gobernadores actitudes también conciliadoras. Se rodeó de liberales moderados. Inclusive invitó a Benito Juárez a colaborar con él. Juárez contentó con una carta en la que hace hincapié su cargo de presidente de la República, en sus principios para sostener la integridad nacional, la soberanía y la independencia, además de hacerle ver que como agente de Napoleón atenta contra los mexicanos que defienden su nacionalidad, la historia juzgará, termina escribiendo.
El documento que rigió su gobierno, llamado Estatuto Provisional del Imperio Mexicano, expedido en abril de 1865, establece la forma de una monarquía moderada, hereditaria y católica, hizo efectiva la libertad de prensa; se mostró partidario de las leyes de reforma, ratificando la ley Lerdo, la nacionalización de los bienes de la Iglesia, libertad de culto religioso y la secularización de los cementerios; aparta la Iglesia de la política, interceptando su comunicación con el Papa y asignando un sueldo a los sacerdotes. Para mejorar las condiciones de los indígenas abolió el castigo corporal, limitó las horas de trabajo, garantizó el pago a los peones y suprimió las deudas que pasaban de generación en generación y reafirma la prohibición de la esclavitud. Dispuso la reapertura de la Academia de San Carlos (institución de Bellas Artes de gran prestigio en el mundo, junto con la Academia de París y la de San Fernando en Madrid, España); la inauguración en junio de 1865 del Museo Nacional y la construcción del Paseo del Emperador, hoy Paseo de la Reforma. Ordenó a trabajar y atender al público inclusive los domingos y días festivos. El gobierno imperial tuvo como sede el Castillo de Chapultepec en el capital del país; las fiestas aristocráticas fueron frecuentes; los gastos de la corte imperial eran excesivos para la situación del país, simplemente el sueldo del emperador era un millón y medio de pesos anuales, de su esposa 200 mil, mientras que de Benito Juárez de alrededor de 33 mil pesos anuales.

La forma de gobernar causó asombro principalmente de quienes esperaban una política reaccionaria. Fue perdiendo la confianza de quienes al principio lo apoyaron; el anuncio apostólico, representante del Papa en México, protestó por su política hacia el clero, más aún cuando niega al Papa la anulación de las leyes de reforma, este personaje inició por diversos medios una campaña en contra de Maximiliano.

El anuncio apostólico, Pedro Francisco Mejía llegó a México, con la misión exclusiva de dar marcha atrás al movimiento reformista, acabando con todo ello en una mayor tirantez política, debido a la posición liberal de Maximiliano. En enero de 1865 publicó un decreto que exigía el permiso imperial para que las bulas papales pudieran ser publicadas; a continuación, en febrero, promulgó el decreto que establecía la libertad de culto y la revisión de las ventas de los bienes eclesiásticos.

Al mismo tiempo las diferencias del emperador con el general Bazaine, jefe del ejército francés en nuestro país, se van acentuando, ya que el primero es señalado de no ordenar la economía, ni cumplir lo establecido con Francia, mientras que el segundo es acusado de incapacidad para pacificar el país. La situación del imperio de Maximiliano era muy difícil, a esto se agregan la decidida lucha de los liberales mexicanos y los acontecimientos externos, que influyeron en su debilitamiento, como fueron la finalización de la guerra de sucesión en los Estados Unidos y el que su presidente Andrew Johnson no aceptara que México estuviera bajo el dominio francés negándole el reconocimiento a Maximiliano. Por otro lado, el emperador de Francia fue criticado en su propio país por sus ambiciones, destacando el escritor francés más importante en esa época, Víctor Hugo, quien en sus escritos se solidarizó con la lucha del pueblo mexicano por su libertad e independencia. Se agrega que el naciente país, Prusia, al mando del canciller Bismark, se propuso unir a los pueblos germanos y sobre todo acabar con el  dominio francés, de aquí que a Napoleón III le preocupará más la defensa de su país; veía que Maximiliano no cumplía con los compromisos contraídos y tampoco le convenía un conflicto con los Estados Unidos, por lo que decidió que sus tropas retornaran de México. Con esto el emperador Maximiliano va perdiendo fuerza. El plan francés inicial pretendía que sus tropas salieran poco a poco, pero esto implicaba que los que iban a salir al último quedaran a merced del enemigo, por lo tanto la retirada fue prácticamente rápida.

El ejército liberal juarista fue recuperando terreno, contando con el respaldo de Estados Unidos, la retirada de los soldados franceses y la actuación destacada de sus integrantes antiimperialistas.
Maximiliano no recibe el apoyo de sus familiares en Austria, su madre, la emperatriz Sofía, y su hermano Francisco José únicamente le insistían en defender el honor. La esposa del emperador salió a Europa a solicitar la ayuda que les habían prometido,  mientras el pueblo mexicano entonaba:

Adiós mamá Carlota
Adiós mi tierno amor
Salieron los franceses
Se va el emperador

La desesperación se hizo presente en la emperatriz quien finalmente pierde la razón al enterarse de la negativa de respaldo por parte del emperador francés y del Papa; ya no regresó de su viaje a Europa, fue conducida y recluida en el castillo de Bouchoutt, Bélgica, donde murió en 1927 sin recuperar la razón, en algunos momentos de lucidez esperaba encontrarse con Maximiliano. Mientras tanto, en nuestro país el emperador se vio forzado a enfrentar la difícil situación, personalmente se reservó el mando del ejército; los generales conservadores, quienes se encontraban fuera del país, fueron requeridos, Leonardo Márquez para ser jefe del Estado mayor, Miguel Miramón para comandar la infantería y Tomás Mejía para hacerse cargo de la caballería.

Las tropas liberales siguieron avanzando, obtuvieron triunfos importantes como en Miahuatlán, Mazatlán, Zacatecas, San Jacinto, Aguascalientes y Puebla con jóvenes decididos como Mariano Escobedo, Ramón Corona, Antonio Rosales y Porfirio Díaz. Ante el avance de los liberales, el imperio quedó reducido y recluido en la ciudad de Querétaro, la cual dimitió el 15 de mayo de 1867 después de haber sido sitiada por 72 días; fueron apresados Maximiliano y sus allegados.
El presidente Benito Juárez dispuso que fueran juzgados conforme la ley del 25 de enero de 1862, que establece la pena de muerte a quien atente contra la independencia nacional. El juicio tuvo lugar en el teatro Iturbide ubicado en la ciudad de Querétaro, los imperialistas contaron con abogados defensores de oficio, Rafael Martínez de la Torre y Mariano Riva Palacio, quienes con gran ética profesional desempeñaron su papel; Maximiliano no asistió al juicio por encontrarse enfermo. La noche del 15 de julio se dio a conocer la sentencia de muerte, especificando entre otros cargos, usurpación del poder y haber traído tropas extranjeras que atentaban contra la independencia; amigos y ministros extranjeros intercedieron por ellos ante Benito Juárez, lo que más obtuvieron fue una prórroga de 3 días en la ejecución; cartas y telegramas fueron contestadas negativamente por el ministro juarista, Sebastián Lerdo de Tejada. El mismo Maximiliano pidió el indulto para Miramón y Mejía, asistiendo que el único culpable era él; completamente derrotado, recibió la falsa noticia de la muerte de su esposa y pidió fuera sepultado junto a ella. El fallo se cumplió el 19 de junio de 1867, en el cerro de las campanas, Querétaro; fueron fusilados Maximiliano, quien le cedió a Miramón el centro como lugar de honor, y Mejía. Sus últimas palabras: Viva México mi segunda patria, marcan el fin de un capítulo de nuestra historia. Se habían derrotado y fusilado no únicamente a las personas en sí, sino que serían sepultadas las intenciones conservadoras y el afán de dominio militar de los países extranjeros. El liberalismo desde el movimiento revolucionario del 54 hasta el fusilamiento del 67, tuvo un saldo trágico de la separación Iglesia-Estado.
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