Antecedentes históricos
Los etruscos
Hacia el año 800 a.C., Italia estaba poblada por numerosos
tribus pequeñas, entre ellas, los umbros, los ligures, los vénetos y los
latinos. Durante el siglo VIII a.C., se desarrollaron en la península dos
esculturas que tuvieron una influencia decisiva en la ascensión de Roma al
rango de potencia imperial: los etruscos y los griegos. Los primeros signos de
la civilización etrusca en Italia central se remontan a los comienzos del siglo
VIII a.C. y hacia el 750 a.C. se fundaron las primeras colonias griegas en la
Italia meridional.
Los historiadores todavía discuten si los etruscos fueron un
pueblo autóctono o de invasores provenientes del Mediterráneo oriental que
hacia el 600 a.C. ya habían creado una sólida civilización urbana de tipo
aristocrático, basada en una floreciente agricultura y en los ingresos
obtenidos de la exportación de metales, especialmente hacia las ciudades
griegas. Al igual que las polis griegas, las ciudades etruscas eran independientes
y estaban organizadas formalmente en una confederación de estados cuya integración
se basaba en la cultura y la religión.
El interés mostrado por los etruscos sobre la continuidad
entre la vida y la muerte los diferencia de los griegos y los aproxima a los
egipcios. Sus tumbas son vastas estructuras subterráneas de albañilería,
frecuentemente construidas como calles franqueadas de casas todos iguales,
reflejo de una sociedad extremadamente ordenada. Individualizada por la
decoración de los interiores, la elección de motivos revela su amor por el lujo
y las diversiones como la caza y la pesca.
Para la decoración de las tumbas utilizaron el lenguaje
figurativo griego, que había llegado a la península con las vasijas de
importación.
En la pintura mural y en los relieves se muestra una
predilección por las escenas de banquete y rituales con un estilo figurativo
que debe mucho a la influencia helénica. Los etruscos adoptaron también la
planta rectangular y el estilo de las columnas del templo griego, adaptando
estos elementos a las exigencias peculiares de su propia religión. Las
ceremonias religiosas griegas se efectuaban al aire libre, mientras que el
templo servía para custodiar las estatuas de los dioses y las ofrendas votivas
o tesoros.
El templo etrusco, en cambio, era la sede en la que los
sacerdotes interpretaban la voluntad divina tal como ésta se manifestaba por
medio de los fenómenos naturales, o señales observadas en el cielo. El templo
tenía la doble función de ser lugar de culto y observatorio astronómico y
estaba situado sobre una plataforma, con una escalinata que conducía a una
entrada flanqueada por columnas; la parte posterior cerrada constaba de tres
cellas o espacios destinados a cada uno de los dioses que conformaban las
triadas que veneraban los etruscos. La cúspide del techo estaba decorada por
grandes estatuas; una de éstas es el “Apolo de terracota de Veyes”, que no sólo
demuestra la influencia estilística del arte griego en el etrusco, sino que
además evidencia la incorporación a la religión etrusca de dioses y mitos de
origen griego.
Apolo de terracota de Veyes |
Origen de la civilización romana
Según la tradición legendaria, Roma fue fundada en el año 753
a.C. por dos hermanos llamados Rómulo y Remo. El mito romano los presenta como
dos personajes heroicos, por cuyas venas corría sangre divina y real, pues eran
hijos del dios Marte y de na princesa latina descendiente del héroe troyano
Eneas. Esta leyenda surgió para justificar la herencia griega y latina de los
romanos.
A finales del siglo VII a.C., se instauró en Roma una
monarquía etrusca que unificó y urbanizó los pequeños asentamientos agrícolas
fundados por los latinos sobre las colinas próximas al río Tíber. Fueron los
reyes etruscos quienes secaron los pantalones entre las colinas Ampidoglio (Capitolium)
y Palatina. Se creó así un centro político (el Foro) separado de los edificios
del culto del Campidoglio.
El proceso de urbanización obligó a Roma a mejorar
rápidamente su agricultura. Los etruscos introdujeron nuevos y más rentables
métodos de cultivo. Ellos transmitieron también sus creencias religiosas, su
estilo arquitectónico y la institución del servicio militar.
La República Romana
El desarrollo económico y la creciente prosperidad causaron
la caída de la monarquía etrusca (509 a.C.) y la sustitución de la misma por
una república de tipo oligárquico en donde gobernaban grupos de nobles. Roma
conservó, en su propia cultura, muchos elementos de la etrusca que la ayudaron
en su expansión por la península a partir del 500 a.C. La nueva República
emprendió la construcción de una red de caminos que exaltaba el carácter
centralista del dominio romano y que le permitieron dominar más tarde toda la
Península Itálica.
La Segunda Guerra Púnica, emprendida contra Cartago y
finalizada en el 201 a.C., significó para Roma la apertura de sus conquistas
fuera de Italia, la confirmación absoluta de su dominio en toda la península y
la definitiva intervención en Grecia, con lo que se consolidó la corriente
cultural helena que había influido anteriormente sobre la civilización etrusca.
Esta etapa de asimilación puede considerarse madura hacia el último tercio del
siglo II a.C., y comenzó a producir sus primeros frutos durante los cien años
siguientes.
El Imperio Romano
En época de Augusto, Roma dominaba ya casi toda Europa y una
parte importante del Norte de África. Cuando comenzó el imperio de Adriano en
el siglo II d.C., las tierras bajo el dominio de Roma habían alcanzado su
máxima extensión, de manera que sus límites aproximados estaban en las
fronteras al sur del Rhin y del Danubio, la actual Rumania, Turquía y Armania,
Iraq, Jordania y el Norte de África hasta el Atlántico, abarcando una buena
porción del Sahara, y todas las penínsulas e islas del Mediterráneo.
Cronología de la historia de Roma
- Monarquía (753 a.C. – 509 a.C.)
- República (509 a.C. – 27 a.C.)
- Imperio (27 a.C. – 476 d.C., caída del Imperio Romano de Occidente; 453 d.C., caída del Imperio de Oriente)
Manifestaciones artísticas
El desarrollo de las artes en Roma fue favorecido
particularmente durante el imperio debido a la difusión de la riqueza y el
gusto por el lujo. En las ciudades del imperio se levantaron monumentos y
edificios públicos majestuoso, decorados con pinturas, mosaicos y relieves,
reveladores de la magnificencia y del poder estatal.
Pero salvo en la arquitectura, el arte romano no fue
original sino imitación y continuación del arte griego. Así ocurrió en la
escultura, que ha dejado tan admirables representaciones de los emperadores, en
mármol, en la pintura y en el arte del mosaico.
La Arquitectura romana
La arquitectura fue la actividad artística en que más
sobresalieron los romanos, cuyo temperamento preciso, metódico y ordenado encontró
su adecuada expresión en las realizaciones eminentemente prácticas de aquélla.
La arquitectura romana adoptó muchos elementos propios de la griega, como las
columnas y los frontones, pero también hizo uso del arco y la bóveda de origen
etrusco, que llegarían a perfeccionarse por los constructores romanos. Una
importante innovación romana es el empleo del hormigón o concreto en la
construcción de grandes cúpulas y bóvedas que cubrían los distintos edificios
romanos.
El centro de toda la ciudad romana la constituía el foro, en
el cual se concentraban las basílicas, los templos y los arcos y columnas
conmemorativas. El foro era un espacio abierto que se localizaba en la intersección
de los dos ejes que determinaban el trazado de la ciudad. La basílica era un
edificio dedicado a los negocios y a congregar a los miembros del senado
romano. El templo romano toma muchos elementos y características del templo
griego, como la planta rectangular o circular, el empleo de columnas jónicas y
corintias y el uso del frontón en la fachada principal. Los arcos y las
columnas conmemorativas estaban dedicadas a celebrar las campañas bélicas y las
victorias de los emperadores romanos, y dejaban constancia del poder del Estado
siempre presente en la sociedad romana. Ejemplos de estos monumentos son la “Columna
de Trajano” y los ”Arcos de Tito,
Constantino y Trajano”.
Columna de Trajano |
Los principales edificios y obras de la arquitectura romana
de carácter civil fueron: los teatros, anfiteatros, termas, circos, acueductos
y puentes. Los teatros romanos tenían el mismo aspecto que los griegos que
sirvieron de modelo; en ellos se hacían representaciones de tragedias, comedias
y pantomima. Consistían en una gradería de planta semicircular apoyada en
varios niveles de arcos, con una orquesta en el centro del semicírculo y un
escenario de varios pisos enfrente, como el “Teatro Marcelo” en Roma.
Los anfiteatros son de planta elíptica con gradas de varios
pisos apoyadas en un sistema de arcadas. En el centro del anfiteatro se
localiza una pista en donde se realizaban luchas entre gladiadores, de
gladiadores con fieras y hasta pequeñas batallas navales, como el gran
Anfiteatro Flavio, más conocido como “Coliseo Romano”. Las termas eran grandes
edificios dotados de instalaciones para baños fríos, templados o calientes,
destinados al uso público. Además poseían salas de conferencias y salas para
deportes y juegos. Un ejemplo notable de termas está en las del emperador
Caracalla. Los circos romanos eran una imitación de los estadios griegos. En
ellos se efectuaban competencias de carros. Su forma era alargada con gradas
alrededor y una pista central dividida en dos por un muro bajo llamado espina,
en tortno al cual giraban los carros en una competencia. Dentro de este tipo de
construcciones, el más notable es el “Circo Máximo” de la ciudad de Roma.
Los puentes y acueductos son obras de ingeniería que servían
para comunicar a las distintas provincias del imperio y para abastecer de agua
potable a las ciudades romanas. Ahí se utiliza el sistema de arcadas
superpuestas que permitían cubrir enormes distancias.
La escultura
La mayor parte de las obras escultóricas romanas son
imitaciones o reproducciones de obras griegas, pero menos delicadas y elegantes
que sus modelos. Donde los romanos alcanzaron mayor originalidad fue en los
relieves y en los bustos.
Los relieves cubrían las superficies de los monumentos, las
tumbas y los sarcófagos. Representan con escrupulosa fidelidad, escenas
históricas, procesiones, sacrificios, combates u ceremonias fúnebres, que dan a
conocer la vida de la antigua Roma. Los relieves que decoran las “columnas de
Trajano y de Marco Aurelio” permiten evocar las grandes escenas de sus guerras.
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