Mesopotamia en griego significa “tierra entre dos ríos”, y
esta región de Medio Oriente ha sido considerada por muchos historiadores como
la “cuna de la civilización”. Pero difícilmente podría considerársele una
región ideal para un acontecimiento tan extraordinario.
La vasta llanura entre el Tigris y el Éufrates estaba
expuesta a una fuerte variación de temperaturas, así como inundaciones imprevisibles
y con frecuencia desastrosas. A partir del quinto milenio a.C., esta tierra
hostil fue colonizada por grupos de agricultores procedentes de los Montes
Zagros, localizados en tierras cercanas; ellos se habían dado cuenta de las
ventajas que ofrecían las aguas de los ríos Tigris y Éufrates, que hacían
fértil la tierra.
La información de núcleos urbanos en Mesopotamia fue una
verdadera revolución que permitió el tránsito a través de Etapas fundamentales
para la historia de la humanidad: desde la agricultura y el urbanismo hasta la
organización unitaria del Estado. Allí se inventó el torno de cerámica (3 000
a.C.) y se encontraron los restos más antiguos de carros de ruedas (3 250 a.C.)
Los progresos logrados en el campo de la agricultura dieron lugar a un
excedente de producción que permitió el nacimiento de una clase social dentro
del grupo compuesta por sacerdotes, escribas, comerciantes y artesanos, que ya
no estaba obligada a trabajar la tierra. Hacia el 3 000 a.C. las culturas
prehistóricas que vivían en aldeas habían sido reemplazadas por una serie de
ciudades-estado independientes. El ser humano había dado un paso decisivo para
la evolución de una civilización urbana.
La historia de Mesopotamia se ha dividido en varios
periodos históricos, según los pueblos que se establecieron en sus diferentes
regiones:
- Los sumerios del sur
- Los semitas-acadios del suroeste
- Los neosumerios del sur y suroeste
- Los caldeos de Babilonia
- Los asirios de Nínive
- El Imperio Neobabilónico
- El Imperio Persa
A continuación presentamos las características
socioculturales y de las manifestaciones artísticas de las principales
civilizaciones que se establecieron en Mesopotamia en la antigüedad.
Los sumerios
La cultura sumeria se originó en las ciudades del Ur,
Lagash, Kish y Uruk (la Erech de la Biblia), cuyos territorios estaban en su
mayoría dedicados a la agricultura. En estas nuevas comunidades, la religión
asumió desde el principio un papel dominante. Los dioses del Antiguo Oriente
eran identificados con los astros y con las fuerzas de la naturaleza. El sol
Shamash, dios de la justicia; la Luna, Sin, era la mediadora del tiempo; Ishtar
o Venus era diosa de la guerra y de la fertilidad. Anu (el cielo), Enlil (la
tierra) y Ea (el agua) formaban otra triada. Los dioses tenían poderes terribles,
por lo cual había que aplacarlos realizando ofrendas y sacrificios, y
construyendo grandes templos que caracterizaron a la arquitectura mesopotámica.
La acumulación de riqueza en los templos llevó a la
invención del sello cilíndrico como garantía de propiedad, y especialmente a la
de la escritura hacia el 3 000 a.C. Los escribas registraban la información en
tabletas de arcilla con una caña puntiaguda; con ella se trazaban los signos característicos
que se conocen como escritura cuneiforme. Se crearon escuelas en las que se
enseñaba a escribir y el oficio de escriba era muy reconocido entre la sociedad
sumeria. La necesidad de llevar una contabilidad y de medir los lotes de
terreno condujo a la elaboración de un sistema de numeración basado en el 60.
Este sistema sexagesimal se aplica en la actualidad para la mediación del
tiempo, es decir, cada hora está formada por 60 minutos.
Respecto a la organización política, se sabe que el poder
del soberano provenía directamente de la divinidad; tanto es así que
inicialmente el palacio real y el templo se ubicaban en un mismo sitio y se
identificaban con la autoridad del rey-sacerdote. Con el aumento del poder
real, el palacio se convirtió en una estructura separada, aunque siempre estuvo
relacionada con el conjunto de edificios dedicados al culto religioso.
Los sumerios construyeron dos tipos de templos:
- Templo urbano
- Templo de zigurat
El primero estaba constituido por una muralla que rodeaba
a distintas dependencias, como almacenes, talleres y salas de sacerdotes en torno a un patio descubierto donde se
realizaban ofrendas y sacrificios. Al fondo del patio se ubicaba el santuario
dedicado a la divinidad. El segundo tipo de templo consistía en varias
plataformas superpuestas escalonadamente, unidas por rampas y escalinatas, que
se conoce como zigurat. En la parte más alta de esta plataforma se localizaba
el templo, que en conjunto con el zigurat simbolizaba la vinculación de la
tierra con el cielo.
La escasez de piedra indujo a los constructores sumerios a
experimentar el potencial estructural del ladrillo; inventaron el arco y la
bóveda de canón, ambos presentes en varias construcciones que aún permanecen en
pie como el “Cementerio Real de Ur”, en la actual Irán. Esta tumba es
testimonio de lujo con que vivía la corte sumeria, pues en ella se han
encontrado tanto espléndidos objetos de oro y piedras semipreciosas, de uso
probablemente ritual, como instrumentos musicales decorados con escenas de
banquetes y batallas de las cuales, tal vez, puedan deducirse los principales
intereses de los monarcas sumerios. La riqueza del soberano se manifestaba en
la elaboración de diversos objetos de piedras y metales preciosos, que son
prueba del elevado nivel de la calidad alcanzada por el artesanado sumerio.
Los sumerios utilizaron la escasa piedra que existía en el
lugar para realizar obras escultóricas que representaban a sus gobernantes, o
relieves que relataban episodios de batallas o ceremonias rituales. Los
retratos de los gobernantes muestran rasgos faciales toscamente realizados y el
cuerpo se confunde con la masa de piedra de la que sólo se destacan los brazos
unidos sobre el pecho, y los pies, apenas perfilados. Un ejemplo de este tipo
de esculturas es la del Rey o “Patesi Gudea”. En el relieve escultórico las
figuras aparecen desproporcionadas y con rasgos muy toscos, pero con mucha
fuerza expresiva, como la que se observa en la “Estela de los Buitres”. Dentro
de esta manifestación artística también se debe mencionar el famoso “Estandarte
de Ur”, el cual representa un desfile procesional de varias figuras colocadas
en bandas. Se dice que esta obra puede considerarse como la primera historieta
o relato ilustrado hecha por el ser humano.
Los Acadios
La llanura mesopotámica estaba unida al Asia Menor, al
Mediterráneo y a Irán, mediante pasos de montaña que permitían el tránsito no
sólo a las caravanas de los mercaderes, sino también a las tribus nómadas y a
los ejércitos de los invasores. El intenso movimiento comercial, migratorio y
militar desempeño un papel esencial en la complicadísima historia del antiguo
Oriente. El lento desplazamiento hacia la región de tribus provenientes de los
desiertos de Arabia y de Siria originó la expansión de pueblos semitas al norte
de Sumer. Sus habitantes adaptaron la cultura sumeria a sus propias tradiciones,
y el alfabeto cuneiforme a su propia lengua, el acadio.
La victoria de Sargón de Acad sobre las dinastías
sumerias, acaecida aproximadamente en el 2 300 a.C., trajo como consecuencia la
unificación del reino bajo el poder semita, el cual duraría cerca de dos
siglos. Sargón introdujo un nuevo estilo de mando y una organización política y
social distinta de la de los sumerios. Estos cambios se vieron reflejados en
las manifestaciones artísticas, de tal manera que la época acadia puede
considerarse revolucionaria en muchos aspectos, particularmente en lo que se
refiere a la escultura y el relieve.
Antiguas divinidades sumerias y dioses semíticos fueron
representados en escenas de concepción absolutamente novedosa y con mayor
naturalidad. En este periodo aumentó el número de imágenes escultóricas que
expresaban el pode real. La estela que conmemora la victoria de Naramsin, de la
familia de Sargón, expresa muy bien esta nueva idea de soberanía. La antigua
concepción sumeria del poder temporal como concesión de los dioses ya ha
desaparecido. Nramsin está representado como jefe del ejército y al mismo
tiempo como deidad, por lo que lleva en la cabeza la corona caracteristíca
provista de cuernos; en él coexisten los poderes temporal y espiritual.
El imperio Neosumerio
El imperio de Acad se derrumbó bajo la presión de las belicosas
tribus septentrionales, y las ciudades sumerias aprovecharon la ocasión para
reafirmar su propia independencia. Gudea, soberano de Lagash (2143 – 2124 a.C.),
mejoró la imagen visual de su ciudad con
nuevos templos y otros edificios públicos. Pero la influencia de los soberanos
de Acad resulta evidente en las numeorsas estatuas del mismo rey- veinte o tal
vez más- instaladas en los santuarios de la ciudad. A su vez, Lagash fue
sometida por el soberano de Ur, Ur-Nammu, quien unificando bajo su poder toda
la Mesopotamia reforzó la idea del rey-dios. Su zigurat es uno de los muchos
proyectos arquitectónicos que realizó en los territorios del imperio, entre los
cuales ese pueden mencionar otros templos, un palacio y una cámara funeraria
con cubierta abovedada. La caída de Ur señala el fin de la civilización
sumeria. El acadio, de raíz semítica, se convierte en la lengua dominante de
Mesopotamia y el centro focal del poder político se traslada hacia el norte, a
Babilonia.
Los Babilonios
El reino de Hammurabi, soberano de Babilonia (1792 – 1750 a.C.),
vio la gradual expansión de su control sobre toda la Mesopotamia. En el ámbito
de una política tendente a restablecer el orden en su nuevo imperio, Hammurabi
introdujo un nuevo código de leyes, importante extensión del poder real. Su
estela conmemorativa está coronada por una imagen del mismo Hammurabi recibiendo
las leyes del dio del Sol o Shamash, lo que le confiere autoridad divina. Son
leyes que tratan de los derechos individuales de propiedad, regulan los
intercambios comerciales e introducen el concepto de la responsabilidad
personal de médicos, arquitectos y otros profesionales. Una vez más la
personalidad de un único soberano debía resultar indispensable para la
supervivencia del imperio. Tras la muerte de Hammurabi, su vasto reino se
desmembró en poco tiempo.
Los Asirios
Las conquistas asirias fueron posibles gracias a un
ejército bien adiestrado y sometido a una férrea disciplina. La habilidad
táctica de los líderes y el empleo de máquinas de asalto lo hacían casi
invencible. Hacia el 800 a.C., los asirios poseían ya un vasto imperio que se
extendía desde el Mediterráneo hasta los desiertos de Irán, y desde el Golfo
Pérsico hasta Armenia. Los soberanos asirios eran guerreros, no legisladores, y
en la base de su poder no estaba la paz sino el expansionismo bélico, que les
aseguraba enormes riquezas en forma de pesados tributos impuestos a los
vencidos. El Antiguo Testamento cuenta que Ezequías fue obligado a entregar a
los asirios el oro del Templo de Jerusalén; los asirios se apropiaron también
de obeliscos egipcios que usaron como símbolos de su conquista del país.
El arte sirio llegó a ser un eficaz instrumento
propagandístico para exaltar su poder militar. Su capitales, Nimrod (fundada
por Asurnasirpal II), Khorsabad (Sargón II) y Nínive (Asurbanipal), estaban
dominadas por los palacios reales que ocupaban grandes extensiones de terreno,
y que demuestran lo que la arquitectura asiria debe a la sumeria. Un ejemplo
típico lo constituye el “Palacio de Sargón II” en Khorsabad. Si bien para el
templo se adoptó la forma tradicional del zigurat, éste aparece sólo como un
elemento subsidiario del conjunto arquitectónico. Se trata, por lo tanto, de
una costumbre heredada de los sumerios, cuando el rey residía en el interior
del templo.
Las puertas del palacio estaban custodiadas por toros
alados con cabeza humana. Se entraba por una avenida procesional; el visitante
subía entonces una escalinata, y, a través de una serie de patios, llegaba
finalmente a la presencia del rey. La estructura de ladrillos del edificio
estaba recubierta con relieves de piedra calcárea que representaban ejemplos de
la belicosidad asiria. Entre las imágenes de sus conquistas se repiten las
escenas de batalla, de cacería y pago de tributos. Otras imágenes exaltan la
fuerza física de los guerreros asirios y la extensión de sus dominios del
imperio. Un aspecto que llama particularmente la atención en el relieve, es el
contraste que se observa entre la representación firme y geométrica de la
figura humana y el naturalismo extremo de las figuras de animales como el
conocido relieve de “La leona herida”.
El imperio neobabilónico
Los éxitos militares de los asirios condujeron a una
expansión excesiva, que no pudieron controlar y acabaron por sucumbir ante los
ejércitos de los medos y de los babilonios, quienes se repartieron los restos
del imperio. Nabucondonosor, hijo del rey de Babilonia, consolidó las
conquistas de su padre y creó el imperio naobabilónico. La fama del nuevo “palacio
de Nabucodonosor” en Babilonia, con su zigurat (la Torre de Babel) y sus
jardines colgantes, ha llegado hasta nosotros a través de los relatos del Viejo
Testamento como imagen de riqueza material sin precedentes. Los babilonios eran
esencialmente comerciantes, y no guerreros. Para expresar el poder económico,
Nabucodonosor se inspiró en la grandiosidad de los palacios reales asirios,
evitando sin embargo las representaciones del poder militar. Su verdadero
objetivo era la de hacer revivir la cultura de la antigua Babilonia. Éste es el
mensaje de la decoración de la “puerta de Ishtar”, en la que encontramos el
toro sagrado de los sumerios junto al dragón, símbolo del dios babilónico Marduk.
El Imperio Persa
Babilonia cayó en poder de los persas en el 539 a.C. Con esta
nueva invasión, entra en Mesopotamia otro grupo étnico, compuesto por los
descendientes de aquellas tribus indoeuropeas provenientes de las montañas del
Cáucaso establecidos en Persia hacia el año 1000 a.C. Bajo la dinastía
aqueménida el imperio persa alcanzó una extensión sin precedentes, gracias a
una fuerza militar muy poderosa. Alrededor del 480 a.C., el imperio se extendía
desde la India hasta el Mediterráneo, y se dividía en provincias cuya
administración se confiaba a los sátrapas o gobernadores que tenían no sólo
poderes administrativos, sino también judiciales (del persa sátrapa, “señor del
remo”). Este tipo de organización se reveló tan eficiente que después fue
adoptado por Alejandro Magno tras la conquista del Imperio. Gracias a ese
eficaz organización los persas lograron aprovechar plenamente las enormes
riquezas de Mesopotamia; otros elementos unificadores del imperio fueron las
leyes, la moneda, el sistema fiscal y una excelente red de caminos.
Anteriormente los persas se habían mostrado escasamente interesados por la
arquitectura monumental; probablemente reconocieron su valor como imagen de poder
imperial tras la conquista de Babilonia y del antiguo imperio asirio. No
tardaron, sin embargo, en construir edificios de grandiosidad semejante, como
los “palacios de Pasargad, Susa y Persépolis”.
Frecuentemente definida como ecléctica, la arquitectura
aqueménida adopta conscientemente trazos característicos de las arquitecturas
de los países conquistados; de inspiración asiria, por ejemplo, son los
relieves con los toros alados de cabeza humana, babilónica la decoración de
ladrillos vidriados, y griegas las columnas acanaladas, típicas de las
ciudades-estado de Jonia. Para el suntuoso “palacio de Persépolis”, Darío I
(522 – 486 a.C.) imitó la monumentalidad escenográfica de los palacios sirios:
las escalinatas ricamente esculpidas y decoradas con estatuas de súbditos que
vienen a traer tributos y exaltan el poder y la riqueza del imperio persa. En
una inscripción del palacio de Susa, Darío nombra los materiales preciosos
empleados y el número de los hombres que han trabajado en su construcción,
subdivididos por nacionalidades. El evidente orgullo por el hecho de que los
talladores sean jonios, los albañiles
babilonios, y que el cobre y la plata provengan de Egipto, se explica sólo por
el deseo de proclamar al mundo la extensión y el poder del nuevo imperio. El
edificio se convirtió así en imagen de la unificación de muchas culturas
diferentes bajo el dominio persa. Las culturas antiguas de Medio Oriente
desarrollaron soluciones originales para la representación de imágenes de la
realeza culminando en el estilo creado por los emperadores aqueménidas, que habría
de ejercer una profunda influencia sobre las civilizaciones posteriores.
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