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Métodos de conservación


Frío

El uso de las bajas temperaturas para lograr una mejor conservación de los alimentos es una práctica industrial centenaria que se realiza desde que, en 1876, Charles Tellier demostró la posibilidad de su utilización y sus ventajas.
La refrigeración consiste en la disminución de la temperatura de un alimento sin que éste llegue al punto de congelación, un frío llamado positivo, de 3 °C aproximadamente.
La congelación es un tratamiento a una baja temperatura que oscila, según los productos, entre -10 °C y -20 °C.
La ultracongelación es un descenso rápido de a temperatura en un alimento hasta llegar a los -18 °C. Este procedimiento se diferencia de la congelación por su rapidez, lo que permite franquear rápidamente la zona de cristalización del producto, garantizando la conservación de las cualidades organolépticas y nutritivas. La ultracongelación se practica por convección en un túnel o por contacto en armarios, por inmersión en un baño de nitrógeno líquido o también en un cauce de fluido.

Liofilización

La liofilización es una técnica de desecación de productos biológicos. Se logra mediante la congelación brusca del producto a baja temperatura –alrededor de los -60 °C--, seguida de una evaporación al vacío, en el agua, por sublimación, pasa directamente del estado sólido, en forma de cristales de hielo, el gaseoso, en forma de vapor.
El producto alimentario liofilizado presenta un volumen muy reducido y se conserva fácilmente en embalaje hermético a temperatura ordinaria. Las cualidades organolépticas no se alteran con este procedimiento, ya que la mayoría de las sustancias volátiles que intervienen en el aroma y el sabor no se subliman con el agua. Además, en el momento en el que el producto es rehidratado por el consumidor, recupera sus cualidades nutritivas. La liofilización se ha aplicado con gran éxito en el café en polvo y en el té, y también en otros productos costosos, como las setas, las gambas y las frutas rojas.

Concentración y envoltura

La eliminación del agua de un alimento es otro procedimiento utilizado para obtener una conservación más prolongada. La eliminación total da como resultado un producto sólido y seco –se habla entonces de deshidratación-; la eliminación parcial lleva a un concentrado líquido o almibarado.
Concentración. Se puede efectuar por frío –eliminando el agua en forma de cristales- o por calor. En la industria de los zumos o jugos de frutas, los concentrados basados en la evaporación de agua son los más utilizados. Se eliminan 1 000 l/h, obteniéndose concentrados que se trasportan fácilmente y que permiten posteriormente la venta de zumos de frutas y verduras «reconstituidos».
Envoltura. Así como la concentración elimina el agua, la técnica de envoltura conserva la composición del producto, impidiendo todo intercambio, incluso en forma gaseosa, entre el alimento y el medio exterior. La envoltura consiste en embalar el alimento con un material neutro que facilite su conservación o su presentación: es frecuente que algunos embutidos secos se vendan recubiertos con cera o laca, a base de gelatina y parafina.
La envoltura de algunos productos es, a veces, comestible, como es el caso de las barritas de chocolate con helado por dentro.

Pasteurización

La pasteurización consiste en el calentamiento de un alimento durante cierto tiempo, de forma que las bacterias patógenas que se encuentran en él sean destruidas. La leche puede someterse a una pasteurización baja (63 °C durante 30 min) o, por el contrario, a una pasteurización alta (80 a 95 °C, de forma casi instantánea).
Este procedimiento de conservación, menos duradero que la esterilización, mantiene las cualidades organolépticas y nutritivas  de los alimentos. Se realiza en muchos productos, antes o después de su envasado (leche, cerveza, alimentos infantiles).
Esterilización y apertización
Esterilización. Es un tratamiento por medio del cual se destruyen los microorganismos y los enzimas de un alimento, para evitar su degradación con el tiempo. Se puede realizar a través de diferentes métodos: calentamiento a temperatura alta, y también ionización, tratamiento con anhídrido sulfuroso (SO₂), rayos ultravioletas, etc.
Apertización. La esterilización por calor –o apertización- es el principio fundamental en el que se basa la industria conservera. Inventada alrededor de 1810 por Nicolas Appert –quien experimentó el método con verduras guardadas en recipientes de vidrio-, la esterilización en latas de conserva cerradas herméticamente se realiza en 110 °C durante unos 15 minutos. Existen baremos de esterilización  según los productos tratados, de manera que se mantengan las cualidades organolépticas.

Vacío y gas inerte

Existen algunos métodos de conservación para evitar la acción oxidante del aire, que favorece la degradación de los productos biológicos, consistentes en exponer los alimentos al vacío o en un gas inerte.
El método de la atmósfera controlada se basa en el mismo principio: disminuir la cantidad de oxígeno de in 21 % a un 3 % y aumentar los índices de gas carbónico. Está atmósfera reduce la intensidad respiratoria de los frutos, frena su maduración y prolonga su conservación; en el caso de las manzanas golden, permite que sean comercializadas durante más tiempo.

Irradiación

La irradiación, denominada de forma más imprecisa ionización, es un procedimiento de conservación de alimentos basados en la acción de un rayo ionizante, rayos x o haz de electrones, producidos por un acelerador de pequeño tamaño. Estos rayos detienen el proceso de degradación, entorpeciendo la acción de los enzimas, y destruyen también los microorganismos.
La ionización se practica desde hace 40 años, y no está permitida en todos los países del mundo, al menos su realización, ya que con los intercambios comerciales de importación y exportación, el consumo de productos conservados mediante este método es prácticamente inevitable. Diversos bulbos, como el ajo y la cebolla, así como frutas y alimentos para animales de laboratorio, son tratados por este método.

Fermentación

La fermentación es una transformación bioquímica de un producto alimentario, provocada por la acción de microorganismos. Existen fermentaciones que convierten productos frescos en otros no comestibles, pero las hay que son beneficiosas y con las que se consiguen productos estables muy apreciados por su aroma y su sabor. La fermentación se puede producir en ausencia de oxígeno (fermentación anaerobia), como en el caso de la transformación del azúcar del mosto de uva en alcohol y gas carbónico bajo la influencia de levaduras (Saccharomyces –hongos del azúcar). También puede realizarse al aire libre (fermentación aerobia), como sucede con la transformación del alcohol en ácido acético bajo la influencia del Mycoderma aceti.
La fermentación tiene una importancia biológica e industrial considerable, ya sea en la elaboración de productos alimentarios (vino, cerveza, sidra, quesos, pan col fermentada, embutidos) como en la producción de vitaminas, antibióticos, etc.

Aditivos

Los aditivos son sustancias incorporadas a los alimentos, con finalidades no nutritivas. En la actualidad, el uso de estas sustancias, algunas utilizadas desde tiempos remotos, está reglamentado estrictamente. Existen listas llamados «positivas», en las que se incluyen los productos autorizados; los que no figuran en ellas, están prohibidas.
En 1955, la FAO y la OMS crearon un comité de expertos para establecer las normas de identificación de los aditivos, evaluar las posibilidades tóxicas de los mismos y recomendar las dosis cotidianas que pueden consumirse.
Cada aditivo autorizado –existen más de un centenar- está simbolizado por la letra E seguida de un número de tres cifras: E 100 a E 199, colorantes; E 200 a E 299, conservantes; E 300 a E 399, antioxidantes; E 400 a E 499, agentes de textura.
Agentes de textura. Tienen por objetivo mejorar las propiedades físicas de los alimentos. Se distinguen los emulsionantes  naturales (yema de huevo, semilla de almendra, goma arábiga) o sintéticos (glicéridos, ácidos esteárico, palmítico, etc.), los gelificantes, generalmente preparados a partir de almidón o productos de sustitución procedentes de las algas, de extractos de algarroba o de goma de guar.
Otros aditivos se utilizan como agentes de sapidez o para suavizar el gusto: el glutamato (E 621), muy empleado en la cocina asiática. También están autorizados los edulcorantes, como el sorbitol (E 420), el manitol (E 421) y, desde hace poco, el aspartamo, que confiere un gusto dulce sin aportar las calorías nutritivas del azúcar tradicional o sacarosa.
Agentes conservantes. Se utilizan con el fin de detener el proceso de degradación biológica. Se distinguen: El ácido sórbico (E 200) y algunas de sus sales, el ácido benzoico (E 210) y algunas de sus sales, el anhídrido sulfuroso (E 220) y algunos sulfitos y el difenilo (E 230).
Agentes antioxidantes. Impiden la acción del oxígeno del aire sobre los alimentos. Se distinguen el ácido ascórbico (E 300, o vitamina C) y algunas de sus sales, la vitamina E (tocoferol) o extractos ricos en tocoferol natural o sintético, etc. Muchos productos tienen también acción antioxidante, como el anhídrido sulfuroso, las lecitinas, los ácidos láctico, cítrico, tartárico, etc. El salitre –o nitrato de potasio (E 252), aditivo utilizado desde hace siglos- es un antioxidante muy fuerte: incorporado a la carne de cerdo, contribuye a la formación del «nitrosomiocromogen», pigmento rosa, estable, de las salazones.
Colorantes. Los colorantes desempeñan un papel muy importante en la industria alimentaria, ya que muchos productos dejarían de ser apetitosos sin su color.
Existen unos cuarenta colorantes autorizados, que cubren el espectro de colores. El amarillo es obtenido con la curcumina (E 100), polvo procedente del rizoma de la cúrcuma (planta de la familia de las cingiberáceas) y también con pigmentos carotenoides (E 160); el rojo se logra con el carmín (E 120) –extracto de una cochinilla (Coccus cacti), que vive sobre cactus-, utilizado sobre todo en charcutería y para salar, y con los pigmentos xantofila (E 161); para conseguir el azul y el verde, se usan productos a base de clorofila (E 140); para el marrón, se emplea caramelo (E 150).
Cuando la coloración cubre solamente la superficie y no todo el producto, se pueden utilizar también algunos metales, como el aluminio (E 173), la plata (E 174) o el oro (E 175).

Platos preparados

Además de los alimentos en conserva y de los productos ultracongelados, existe hoy en día una tercera generación de productos que está en constante crecimiento: los platos cocinados al vacío, comercializados en envases de plástico.
La cocción al vacío ofrece la ventaja de conservar el aroma y el sabor de las comidas, pero requiere mucha higiene y vigilancia a lo largo de toda la cadena productiva y de comercialización, ya que el producto debe mantenerse entre 0 °C y 3 °C hasta el momento de su consumo. Los platos preparados son expuestos en los armarios frigoríficos de las tiendas y su conservación es corta, entre 4 y 28 días, según la tecnología utilizada y la naturaleza del producto.

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