El consumo de cereales para el desayuno, que se inició a
fines del s. XIX en Estados Unidos, se ha extendido a numerosos países durante los últimos años.
(En Europa su implantación ha sido notable.)
Se distinguen dos tipos de cereales para el desayuno: los
cereales que precisan preparación (copos de avena), cuya presencia en el
mercado es cada vez menor, y los cereales listos para consumir, que conocen un
auge creciente (copos de maíz [corn flakes], trigo y arroz hinchados, muesli).
Estos productos, que se elaboran a partir del trigo, el maíz, la avena, la
cebada y el arroz, a los que a veces se añade azúcar, miel o cacao, se
consumen, por lo general, disueltos o inmersos en leche o zumos de frutas.
Al igual que los cereales para
el desayuno, los productos dietéticos y papillas se consumen según los consejos
de los especialistas en nutrición. Los alimentos infantiles ofrecen, dentro de
la gama de glúcidos, productos en los que la celulosa y el almidón son
desagrados mediante calor hasta alcanzar el estadio de la dextrina, para
facilitar su digestión.
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