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Guerra del Golfo Pérsico


Otro conflicto del Medio Oriente que alertó al mundo de la década de los noventa del siglo XX fue la Guerra del Golfo Pérsico. Los medios masivos de comunicación como la radio, la prensa y la televisión en su momento jugaron un papel importante para que en muchos países la guerra se fura viviendo paso a paso y la opinión pública internacional se dividió sin entender muchas veces la esencia del conflicto. Sus orígenes se encuentran en las pretensiones de Irak al tratar de consolidar su hegemonía petrolera en la región.

La historia local de este país indica que su población es mayoritariamente árabe y que la religión oficial es la musulmana ya que es practicada por el 90% de sus habitantes. En 1930 Gran Bretaña reconoció la independencia de Irak cuya base económica tradicional es la agricultura con cultivos de trigo, algodón, cebada y dátiles, siendo éste último un importante producto de exportación. Gran parte de su industria se concentra en la elaboración de tapetes, alfombras y lo que el petróleo les proporciona.   
Saddam Hussein
Durante la Segunda Guerra Mundial Irak participó al lado de los Aliados, declarando en 1943 la guerra al eje Roma-Berlín-Tokio. En los años de la posguerra este país vivió una difícil situación política aunque, en lo económico, en 1972 se nacionalizó la Compañía de Petróleo de Irak.
En esta entidad política inestable, en 1979, Saddam Hussein ascendió a la presidencia de Irak y pronto manifestó su dureza militar caracterizada por las purgas que hizo en la élite gubernamental. Casi de inmediato agudizó la rivalidad existente con otra potencia del Golfo Pérsico: el Irán musulmán, con quien ha peleado por la obtención de mejores posiciones en las costas petroleras. En 1980 Irak se lanzó a la conquista de Shatt el Arab para tener una salida al Golfo, iniciando con ello una guerra salvaje que duró ocho años, al cabo de las cuales ambos países firmaron la paz sin vencedores ni vencidos en agosto de 1988. El acuerdo del alto al fuego se logró por la intervención de las Naciones Unidas. Las pérdidas materiales y humanas para Irak e Irán fueron incalculables. Sin embargo, las aventuras imperiales iraquíes no terminaron a pesar de que se les criticó duramente por 
sus ataques con gas venenoso a la población kurda de su propio país.

Invasión de Irak a Kuwait

Durante la guerra de ocho años entre Irak e Irán los Estados Unidos apoyaron al presidente Iraquí Saddam Hussein porque estimaban que podía desempeñar el papel de aliado hacia el occidente y de esa manera resguardar los intereses norteamericanos. Pero Estados Unidos se equivocó porque Irak se había convertido en una potencia militar después de la guerra contra Irán y su interés por el petróleo kuwaití había crecido. Las reclamaciones de Irak frente a Kuwait el pequeño protectorado británico, rico en petróleo, en el golfo Pérsico, independiente desde 1961 eran antiguas y constantes, pero no condujeron a la guerra hasta que el golfo Pérsico dejó de ser un foco de tensión y de confrontación automática entre las dos superpotencias. Antes de 1989 es seguro que la URSS, el principal proveedor de las armas de Irak, hubiera desaconsejado firmemente cualquier aventura de Bagdad en la zona. Con el fin de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética el dictador de Irak Saddam Hussein decidió ampliar su hegemonía regional entre los países árabes para controlar el precio del petróleo a nivel internacional.

El 2 de agosto de 1990 las tropas iraquíes invadieron el emirato de Kuwait. Con esta acción comenzó la guerra del golfo Pérsico. En pocas horas Irak sometió a las fuerzas armadas kuwaitíes. El presidente Hussein hizo declaraciones para justificar la invasión diciendo que Kuwait había traicionado a los países árabes alternando los topes de producción de petróleo que la OPEP había fijado y que el resultado ra el descenso del precio del crudo en los mercados internacionales. Otra acusación a Kuwait era la sustracción ilegal de petróleo en la línea fronteriza con Irak. En el fondo pesaba mucho la deuda que Saddam Hussein contrajo con su rico vecino en la guerra contra Irán.
Hábilmente Hussein practicó una política de presión hacia Kuwait para que le cediera parte de su territorio y le condenara la deuda externa. Cuando recibió negativas de los kuwaitíes entonces autorizó la invasión. Pero lo que no imaginó Hussein, es que las Naciones Unidas y muchos países del mundo se manifestaron en contra de su acción militar.

La Tormenta del Desierto

La condena a la invasión fue unánime por la comunidad internacional. México se manifestó contra la intervención militar e invitó a las partes a dar una solución pacífica. Inglaterra planteó la posibilidad de aplicar la Carta de la ONU que autoriza el uso de las fuerzas militares contra los países agresores que perturban la paz. Países de todos los continentes exigieron la salida de las tropas de Irak del territorio kuwaití.

La invasión de Irak a Kuwait conmocionó al mundo y alertó a Estados Unidos de América. De agosto a noviembre de 1990 los medios masivos de comunicación llevaron a todo el mundo la secuencia de los acontecimientos para ver si se detenía una guerra de mayor dimensión o si ésta se llegaba a realizar. El 25 de agosto de 1990 el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba la resolución 665, que autoriza el uso de la fuerza militar para hacer cumplir el embargo comercial impuesto a Irak el día 6 de ese mismo mes. Saddam Hussein desatiende la primera llamada de atención: los vientos de guerra empujaban a los países industrializados a defender sus intereses económicos a costa de lo que fuera, más allá de la prudencia y la razón.

En tal virtud la ONU resolvió que Irak se retire de Kuwait estableciendo como fecha última el 15 de enero de 1991.
George Bush
Mientras tanto, en Estados Unidos la ocupación de Kuwait amenazaba convertirse en crisis para la presidencia de George Bush. El presidente norteamericano decidió liderar el asunto con la ONU y 28 países aliados para conformar una fuerza multinacional bélica. La concentración de fuerzas se denominó Operación Escudo del Desierto, aglutinó a 500 000 soldados de naciones como Inglaterra, Francia, Egipto, Arabia Saudita, Siria y principalmente Estados Unidos.

Finalizaba 1990 y la desocupación de Kuwait por Irak no se veía llegar. Los últimos meses de este año sirvieron para que Saddam Hussein y George Bush entablaran combates verbales y a pesar de la desesperada actuación de Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de la ONU, no puedo evitar la guerra. La madrugada del 16 de enero de 1991 la fuerza multinacional realizó intensos bombardeos aéreos sobre Irak y las partes ocupadas militarmente en Kuwait. La guerra en el golfo Pérsico había iniciado con la Operación Tormenta del Desierto. Ciudades iraquíes como Bagdad y Basora resintieron de inmediato los efectos de una contienda desigual y de la tecnología militar altamente sofisticada.

La respuesta de Saddam Hussein no se hizo esperar. Ordenó ataques con poderosos misiles a Israel que estaba ajeno al conflicto. También convocó al pueblo musulmán a librar el Yihad o la guerra santa contra los infieles que amenazaban la tierra santa del Islam. Los bombardeos y ataques aéreos continuaron los días siguientes. La superioridad de las fuerzas multinacionales se manifestaba a cada momento aunque hubo equivocaciones al atacar refugios civiles en Irak.

A mediados de febrero de 1991 Saddam Hussein externó su deseo de desocupar Kuwait. Las bajas civiles y militares iraquíes eran numerosas, no así las de las fuerzas multinacionales quienes iniciaron la Operación Sable del Desierto que era una ofensiva por aire y tierra. Por fin el 27 de febrero de ese año Kuwait fue liberada por el ejército multinacional, miles de soldados iraquíes se rindieron, otros desertaron y huyeron. La guerra prácticamente había concluido aunque hasta el 6 de abril de 1991 se declaró el cese total a las hostilidades. Irak se comprometió a pagar indemnizaciones a Kuwait y a declarar su capacidad bélica y los lugares donde tenía armas químico-biológicas. Cuestión que más adelante se negó a cumplir.

Después de la guerra del Golfo, Saddam Hussein se mantuvo en el poder de Irak, pese a las grandes insurrecciones del norte y en el sur del país ya que se encuentra en un estado de debilidad militar, esencialmente porque no perdió Bagdad. Sin embargo, la guerra del golfo Pérsico, que duró un mes y medio, provocó un gran desastre ecológico por el incendio de pozos y el derrame de petróleo en el mar. El movimiento de los kurdos ha llamado la atención como un problema étnico y religioso al igual que la sublevación de los shiitas de ideología islámica.
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